Comencé a trabajar desde los 15 años, era el año 1996 y mi primer empleo fue como ayudante en general de una bodega de frutas en la Central de Abasto de la CDMX. Ahí duré cerca de tres años y posteriormente me ofrecieron un puesto como encargado en una auto boutique, un negocio que se dedicaba a instalar auto estéreos, bocinas, alarmas y venta de accesorios para autos también.

Luego de algún tiempo, aburrido de ser encargado de la auto boutique emprendí una nueva búsqueda laboral con un giro de 180°, así que fácilmente me dieron empleo como aprendiz de pastelero en el restaurante del hotel Holiday Inn. Tenía 20 años entonces.

A los 23 años y ahora aburrido del empleo como pastelero, un día me ofrecieron un empleo como capturista de datos en Banamex, duré tres años en ese empleo y de manera casi mágica me ofrecieron un nuevo empleo, al poco tiempo me ofrecieron otro y de nuevo al poco tiempo otro empleo más.

Sin embargo un día, el mágico ofrecimiento de empleos que había rodeado mi vida, cesó. Así que decidí ir a buscar los empleos por mi mismo, a los 35 años.

Fue entonces cuando descubrí el difícil camino que es encontrar un empleo a partir de dicha edad. Decenas de publicaciones en los portales electrónicos de empleo, y casi todas pedían un máximo de 35 años de edad. ¿Por qué?, ¿Acaso hay algo malo en las personas mayores de 35 años?, ¿Es que un mayor de 35 años ya no sirve para trabajar?, ¿Ya no es productivo para una empresa?.

A partir de mis 35 años comencé a analizar mi entorno, datos y estadísticos de instituciones como el INEGI, y descubrí que ciertamente a partir de los 35 años de vida de un individuo, comienza a aumentar de gran manera la tasa de desempleo.

Desde entonces he encontrado empleos pero casi que de manera informal o bajo esquema ‘freelance’. Por supuesto que la necesidad me ha encaminado a “corretear la chuleta” bajo mis propios medios, generalmente bajo el cobijo del auto empleo, vendiendo productos en línea, haciendo videos, realizando ediciones, escribiendo artículos, dando clases de distintas materias y disciplinas, etc.

A pesar de eso, no deja de provocarme un sentimiento de tristeza y ligero enojo cada vez que observo publicaciones de empleo en donde piden una edad máxima, de 35, 40, 50, etc. Ninguna empresa formal debería discriminar a un candidato por ningún motivo. El hecho de contar con 35 años, ser hombre o mujer, tener orígenes indígenas o preferencias sexuales, no es una limitante para competir para postularte como candidato a un puesto laboral.

Sigmund Freud alguna vez dijo: “Una persona está mentalmente sana cuando es capaz de amar y de trabajar”.

Por desgracia no todas las personas mayores de 35 años que se quedan sin empleo y no logran hallar fácilmente uno, son más propensas a caer en cuadros depresivos graves.

Las etapas del desempleo

El desempleo y sus etapas

¿Cómo afecta psicológicamente el desempleo a mediano plazo?

El impacto psicológico del desempleo a medio plazo se manifiesta de diversas formas:

Depresión y desánimo: El enfrentarse al desempleo por periodos extendidos puede provocar sentimientos de desesperanza y abatimiento. La persistencia de estos estados emocionales puede evolucionar hacia la depresión, llevando al individuo a perder el interés y la motivación para encontrar un propósito en su vida.

Incertidumbre y estrés: La dificultad para obtener empleo tras varios meses puede desencadenar un estado de inseguridad y ansiedad. Estas emociones resultan en una parálisis emocional y física, reduciendo la capacidad de tomar iniciativas y de actuar frente a las situaciones.

Pérdida de confianza y expectativas: La continua búsqueda de empleo sin éxito suele resultar en la pérdida de esperanza y autoconfianza. Sin objetivos a futuro, la vida puede parecer carente de dirección, dado que son los objetivos los que nos impulsan a seguir adelante.

Ansiedad y tensión: Individuos que enfrentan el desempleo por tiempos prolongados pueden experimentar un estado de ansiedad constante, afectando negativamente su descanso nocturno y su salud general.

Culpa y vergüenza: Muchas personas atribuyen su situación de desempleo a un fracaso personal, lo que conduce a sentimientos de culpa y vergüenza.

Aislamiento social: La falta de ingresos económicos y el deterioro emocional pueden llevar al individuo a retirarse de su entorno social, incluyendo familiares, amigos y conocidos.

Desorden en la vida cotidiana: La ausencia de una estructura diaria, como la que provee un empleo, puede resultar en la pérdida de hábitos y rutinas. Esto conduce a un desbalance en la vida personal, afectando la disciplina y la voluntad.

El desempleo prolongado puede desencadenar un círculo vicioso de desmotivación y depresión, limitando severamente la capacidad de acción y la determinación del individuo.

¿Existe alguna regulación legal que proteja a las personas en contra de la discriminación laboral por edad?

En Indeed, el famoso buscador electrónico de empleo se observan cientos de ofertas laborales en las que piden como requisito edades máximas de 35 años para poder postularse al empleo.