Hoy, recordaremos a Tomás Mejía, una figura destacada de la historia mexicana, nacido en Tierra Blanca, Guanajuato, el 17 de septiembre de 1820. Mejía fue un indígena de pura estirpe que se destacó como un ferviente militar conservador. Luchó en la Guerra de Reforma contra los liberales y apoyó al Imperio de Maximiliano. Finalmente, encontraría su destino en el Cerro de las Campanas en Querétaro, al caer el imperio en junio de 1867.
Tomás Mejía contrajo matrimonio con Carlota Duran en Pinal de Amoles, Querétaro. Empezó su carrera militar como alférez en las milicias nacionales, ascendiendo rápidamente al principio. Sin embargo, encontraría un ritmo más lento para alcanzar los grados superiores del ejército conservador. Entre 1842 y 1844, combatió contra indígenas rebeldes y más tarde participaría en la defensa de Monterrey en 1846, que fue atacada por las fuerzas estadounidenses.
Por su destacada actuación en la toma de Tampico contra los liberales, fue ascendido a general el 11 de abril de 1859. Durante la intervención francesa y el Imperio de Maximiliano, siguió militando en el Partido Conservador. Fue aprehendido junto con Maximiliano y Miramón, y fusilado en el Cerro de las Campanas el 19 de julio de 1867 por soldados de Mariano Escobedo, a la edad de 47 años.
Existen relatos que sugieren que Mejía pudo haber tenido una oportunidad de ser perdonado. Mariano Escobedo, quien alguna vez fue prisionero de Mejía y le fue perdonada la vida, quizás abogó por él ante Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada. A pesar de la posible intervención de Escobedo, Mejía rechazó la oferta de clemencia a menos que también se extendiera a Maximiliano y Miramón, algo que fue imposible de conseguir.
Después de su muerte, su esposa Agustina, debido a la falta de recursos, embalsamó su cuerpo y lo colocó en la sala de su casa durante tres meses. Conmovido por la situación, el presidente Benito Juárez proporcionó a la viuda los recursos necesarios para su entierro. Mejía fue sepultado en el Panteón de San Fernando, donde también descansan los restos de Juárez.
En su testamento, Tomás Mejía dejó estas emotivas palabras al disponer de todas sus posesiones materiales: “Dejo a mi hermano una casa de adobe y dieciocho vacas que tengo en Tolimán”.
Tomás Mejía es un personaje que ofrece una visión única de la complejidad y los matices de la historia de México durante el siglo XIX. Su vida y legado continúan siendo objeto de estudio e inspiración.
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