mas allá de la muerte

En Suiza, el suicidio asistido se considera una opción legítima para el final de la vida.

En 2014, This Jenny, un conocido político suizo, se suicidó con la ayuda de la organización de eutanasia “Exit”. Tenía una enfermedad terminal con cáncer de estómago. La televisión suiza lo siguió en sus últimas semanas y, sin dudarlo, también hizo del suicidio asistido un tema. 

El suicidio asistido goza de una amplia aceptación entre la población suiza. En lo que respecta a la eutanasia, Suiza es uno de los países más progresistas del mundo.

Cada vez más personas están a favor del suicidio asistido y se están convirtiendo en miembros de una organización de eutanasia. “En Suiza sabemos que tenemos esta opción cuando la necesitamos”, dice la profesora de ética Samia Hurst-Majno de la Universidad de Ginebra.

La posibilidad abierta al suicidio

Los casos de suicidios asistidos siguen siendo raros en Suiza, pero muchas personas están seguras de que existe esta posibilidad, incluso si nunca la utilizan.

diferencia entre suicidio asistido y eutanasia

Los referendos y las encuestas muestran que la mayoría de la población no quiere prohibir el suicidio asistido. Después de que la población de Zúrich se opusiera enérgicamente a una restricción del suicidio asistido en 2011, el gobierno suizo decidió poco después no regular el suicidio asistido organizado a nivel nacional. Aunque el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya ha reprendido a Suiza por su situación jurídica insuficientemente clara.

Hurst-Majno ve una posible explicación al hecho de que la legislación suiza sobre el suicidio asistido existe desde hace mucho tiempo y que esto ha permitido a la población confiar en que no habrá abusos. “Confiamos en que los enfermos mentales sean derivados a los servicios de prevención, que se examinen todas las demás alternativas y que el suicidio asistido sólo esté disponible como último recurso para las personas con un deseo racional de suicidio”, dice la profesora.

Complicidad despenalizada

A principios del siglo XX, Suiza, como muchos otros países, despenalizó el suicidio. “Si el suicidio es un delito, ayudar al suicidio es complicidad”, explica Hurst-Majno; “Pero si no hay delito, no hay complicidad”.

Por eso hubo un debate en Suiza en el que se acordó hacer del egoísmo el punto decisivo: “Quien ayude al suicidio a alguien que dependa económicamente de uno o de quien heredará, debe ser castigado”, explica Hurst-Majno. “Si no existen tales motivos egoístas, por otro lado, ayudar no es un crimen”.

El turismo de la muerte

La eutanasia activa o el suicidio asistido están prohibidos en la mayoría de los países. Suiza es uno de los pocos países en los que los extranjeros también pueden hacer uso del suicidio asistido. Por eso se ha desarrollado un “turismo de muerte”: los extranjeros vienen a Suiza para morir.

Según Dignitas, posiblemente la organización más conocida internacionalmente, más del 90 por ciento de sus miembros residían en el extranjero en 2019.

el suicidio es pecado?

Especialmente cuando aquellos que están dispuestos a morir no tienen una enfermedad terminal, sino que están cansados ​​de la vida o enfermos mentales, esto también provoca un debate en Suiza. En tales casos, algunos médicos no están dispuestos a recetar un medicamento letal.

Las organizaciones suizas de eutanasia están comprometidas a garantizar que las personas mayores y las personas suicidas sin enfermedades terminales tengan un acceso más fácil a los medicamentos letales.

Algunas organizaciones incluso llegan a abogar por la legalización del suicidio asistido en otros países. Ya sea con procesos de muestra, inscripciones en procedimientos de consulta, cabildeo, publicidad y relaciones públicas.

Su visión: algún día la eutanasia debería ser legal en todo el mundo, de modo que ya nadie tenga que viajar a Suiza por ello.

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